Bordeando tu rostro, la barba frondosa,
varonil lucía crespa ondulación.
Bajo las narices, cual rúbrica airosa,
el viril bigote, que era mi ilusión.
La moda envolviote en su lazo hechicero,
rapaste tus barbas sin vacilación.
Y afeitaste impío de un corte certero,
el fuerte bigote, que era tu atracción.
No viste el efecto que en mi mente loca,
produjo tu crimen de depilación.
Ni el duelo de pelos cortados que evoca,
tu ausente bigote, que era mi obsesión.
Tu gesto egoista colmó mi tristeza,
llenando de brumas mi fiel corazón.
Hoy lloro tus barbas profusas y espesas,
tu hermoso bigote, que era mi pasión.
Niní. Diosa.
Niní. ¡Niní está viva!
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